A lo largo de la historia el hombre ha fomentado y protagonizado sucesivas revoluciones industriales. Desde la primera, en 1780, hasta la actual revolución 4.0 la sociedad “ha sufrido” los efectos y consecuencias de estas revoluciones.
La presente industria 4.0 (término acuñado en Alemania) ha sido una revolución en todos los sentidos. La utilización de internet ha impulsado la conexión de las máquinas entre sí y con la nube, pero además ha potenciado también toda una serie de factores interconectados entre ellos.
¿Hacia dónde evoluciona la revolución 4.0?
La clave va a ser los seres humanos. En 2005 surgió la empresa Universal Robots cuyo principal objetivo es crear los llamados cobots, robots colaborativos destinados a trabajar con los humanos. De esta manera el ser humano se liberaría de un trabajo repetitivo y monótono y podría destinar su potencial cognitivo a otras tareas creativas y/o productivas. El hombre se situaría en el centro de la producción industrial, dejando el trabajo mecánico a los robots. Por otro lado, la colaboración entre humanos y robots permitiría mejorar la eficiencia y productividad de la industria. La industria 5.0 transformaría la industria en un espacio inteligente basado en el internet de las cosas y en la computación cognitiva (basada en el aprendizaje automático).
